2011
“Shadow no recuerda quién es, sólo recuerda su nombre y unas imágenes de su presunto pasado en las que está corriendo con María”.
La selección de vídeos que presentamos es más urgente que coherente. Viene del mismo lugar del que vienen las decisiones que tomamos al escoger artistas para nuestras charlas: un cóctel de pasión e inconsciencia a tres bandas. Pero como explica León Siminiani en Los orígenes del marketing, un amigo lelo te puede contar una película entera y aún querrás ir a verla, «aunque sólo sea para decirle ‘Pues a mi me pareció una mierda’», o quizá porque es tu amigo y te fías de su criterio. El resultado de este método algo aleatorio podría parecer un sin-sentido, pero ahora que estamos por la labor, vamos a intentar convencerte de que hay gustos más o menos comunes, y de que, ya sea por contagio o por atino, han aparecido confluencias que atraviesan nuestra selección.
«Damas y caballeros, a modo de introducción les diré que esta película trata sobre la trampa, el fraude, sobre las mentiras contadas en el hogar, en el mercado o en el cine casi todas las historias poseen algo de mentira». De esta manera planteaba Welles la problemática realidad-ficción al principio de uno de los primeros fakes de la historia. Habiendo digerido estas cuestiones, los vídeos seleccionados parecen responder con un “qué más dará”, dejando claro que preguntar sobre si algo es real o ficción, es baladí; que estar delante o detrás de la cámara, usar una voz en off u optar por unos actores para narrar una historia, ya no son códigos connotados sino que se convierten en meros recursos utilizados por placer y conveniencia.
Así, los Vengamonjas adaptan libremente referentes cinematográficos como Kubrick al humor más absurdo y castizo, sin cortarse a la hora de incluir elementos de su entorno cotidiano, ya sea la cocina de su casa o su propia abuela. Patricia Esquivias abandona el montaje y opta por la inmediatez de la conferencia con la cámara como público, para mostrar los entresijos de un relato construido a partir de continuas bifurcaciones y convergencias. También mediante el uso de la performance, Noguera se encastilla con una idea hasta conducirla a sus límites lógicos. Antón Reixa superpone imágenes a un texto recitado en primera persona que al entretejerse configuran una rara deriva lingüística con tintes de videoclip televisivo. Por último, Elías León Siminiani busca el origen del marketing haciendo las veces de amigo lelo para contarnos la trama de su futuro largometraje -aún por terminar-, convirtiendo así su pieza en trailer, es decir, promoción, para su futuro trabajo.
Todos ellos se caracterizan por venir de una personalísima aproximación al oficio —y lo decimos sin ninguna pompa—, de la inescrutable necesidad de apretar el REC y asumir las consecuencias.