2011
"This is the girl". El director de la película recibe órdenes previas al casting, le indican lo que debe hacer, le indican que no es él quien decide aunque él lo crea. El director entra en cólera y descarga agresivamente contra el coche de los productores con ese palo de golf que pasea como excentricidad. Su vida entra en barrena. Los productores son los que deciden. De verdad. Ellos son los que deciden tu vida. Son los que deciden quién existe y quién no existe. Son los que deciden si tienes opción o estás fuera. Bueno, siempre hay alguien más por encima que nunca da la cara. Las cadenas de poder.
El director, después de descubrir la pesadilla que le espera en el caso de que no quiera seguir las normas, terminará por decir las palabras obligadas, terminará por decir "this is the girl". A sus palabras, los productores dirán "excellent choice, Adam". Y sí, es Adam, los nombres de los personajes existen para llevarnos a otros lugares, a otras referencias. Mulholland Drive, de David Lynch. Justo después de la escena donde el director reconoce que ya no tiene el control pero lucha para que los demás no lo vean, hay algo raro, como si no funcionara del todo bien, como si en montaje intentaran suplir la falta de imágenes para contar una parte de la historia que, por la dificultad que supuso el rodaje de la película, no quedó bien cubierta. Como una caída estúpida que lo rompe todo cuando estábamos arriba; romper también el ritmo propio de la ficción cuando la tensión del poder se hace evidente.
Una frase como "this is the girl" incorpora mucho más que una selección. Indica que "this" es lo específico pero que "the girl" es algo que también está establecido. Olvídate de que en tu película quieras cargarte el estereotipo de esa mujer de Hollywood, mujer pasiva y objeto y que terminará, sea como sea, siguiendo el modelo único, la única opción, lo que toca. Todo viene marcado, todo está definido, no hay salida posible. Los formatos son los que son, los estilos de vida también. La estructura que aguanta el poder necesita de la estabilidad para dejar las cosas en su lugar. No a los cambios, no a las opciones. Negar cualquier posibilidad, negar su simple imagen para evitar una capacidad de elección. Si únicamente vislumbramos un camino significa que es por donde toca ir. Pero, en este marco, se puede intentar jugar, se puede intentar disimular siguiendo supuestamente los dictados, se puede mediante la sumisión absurda intentar lograr el control. Se pueden crear mundos paralelos en los que aparezcan otras miradas en los que las narrativas se alejen de lo habitual, se puede intentar asumir la complejidad y ver que las historias típicas están construidas para ser consumidas a través del reconocimiento de lo que ya sabemos que vamos a ver, leer o escuchar. Se puede analizar la realidad como si fuera una construcción perfecta y lógica. También a veces, el cambio y el salir de lo establecido es algo imposible de parar, y entonces todo se convierte en una anomalía, todo se viste como una enfermedad. Podemos intentar romper el status quo, podemos jugar con los códigos para demostrar el tipo de funcionamiento que impera, podemos hacer evidente que los silencios esconden partes significantes o podemos seguir mirando, como si no pasara nada, eso que dejó de ser la realidad para pasar a ser simplemente una construcción ficticia y un vacío.